Israel = I+D + Emprendimiento
Distintos indicadores económicos demuestran que Israel representa en la actualidad uno de los mayores focos de innovación y emprendimiento del mundo. Para muestra un botón, país con mayor inversión en I+D del mundo (4,2% del PIB), mejor índice de creación de empresas per cápita del mundo (1 por cada 1.884 habitantes), el país con mayor ratio de científicos y mayor número de publicaciones científicas, inversión en capital riesgo 2,5 veces superior a estados unidos, 30 veces más que en Europa y después de EEUU el país con más empresas en el índice Nasdaq.
¿Cómo puede ser que un país formado en 1948 en la mitad de un desierto, habiendo tenido tres guerras y estando en una situación de conflicto permanente tenga semejantes indicadores?
En menos de tres generaciones han convertido las limitaciones de falta de agua y desertización en ser referentes mundiales en agricultura desértica, riego por goteo, desalinización y tratamiento de aguas residuales. De forma paralela, la alta inversión en I+D militar ha derivado en el desarrollo de altas tecnologías relacionadas con reconocimiento de voz, comunicación, óptica, hardware o software.
¿Y cuál es la fórmula para tal desarrollo? Buscar una o dos causas para explicar estos fenómenos suele ser a menudo mala consejera, pero hay ciertos hechos objetivos que pueden aportar elementos para la reflexión.
Israel cuenta con una población de 8,5 millones de habitantes compuesta por personas de 120 etnias que hablan 80 lenguas maternas distintas con educación, cultura y recorrido histórico diverso. Según la OCDE, un 45% de los ciudadanos de Israel tienen formación universitaria.
Expertos que han estudiado el país en profundidad como Dan Senor y Saul Singer afirman que ciertas frases hechas pueden ser indicativas de algunos trazos de la cultura Israelí. La primera dice que “es más difícil gestionar a cinco Israelíes que a cincuenta americanos”, por la deferencia a la jerarquía y el hábito de retar al/la responsable de forma permanente tan imbricado en la cultura del país. La segunda reza “2 Israelíes, 3 opiniones”, por el nivel de asertividad, pensamiento independiente, ambición y orientación a retar el statu quo que les caracteriza. En tercer lugar, aluden al notorio reconocimiento social y buena valoración que gozan aquellas personas que deciden emprenden actividades empresariales.
De alguna manera, se puede decir que una nación de inmigrantes es también una nación de emprendedores. Pero sobre todo, una cultura del fracaso que no estigmatiza el error, sino que lo considera un activo valioso para cualquier curriculum. Preparación y oportunidad son claves, pero la realidad es que tienen más éxito porque lo intentan muchas más veces y fracasan más, aquí no hay secretos.
Como polo de innovación, casi la mitad de las empresas tecnológicas más importantes del mundo han comprado empresas Israelíes y han construido centros de investigación y desarrollo en aquel país.
En lo que corresponde a la red de centros tecnológicos, investigación y universidades, han sido pioneros en comercializar su desarrollo investigador registrando más de 5500 patentes, 1600 invenciones y generando un billón de dólares a través de la venta de desarrollos a multinacionales o generando empresas para explotar dichos desarrollos.
Cuentan con una de las legislaciones más laxas a la hora de crear empresas y reorientar un fracaso derivado de una quiebra empresarial, y han desarrollado sobremanera los mecanismos de financiación de la I+D. inicialmente, desde un enfoque público, posteriormente desde el privado en claves de capital riesgo. El camino de creación de fondos de capital riesgo lo comenzaron creando fondos a través de alianzas entre gobierno, bancos de inversión y fondos de capital riesgo existentes con mucho recorrido de EEUU. A día de hoy, se estima que existen alrededor de 45 fondos de capital riesgo en Israel que gestionan alrededor de 3 billones de dólares, aunque su rol no solo se circunscribe a proveer de financiación, sino de mentorización de las iniciativas, la introducción de emprendedores a redes de otros inversores y socios, y servicios de asesoramiento que aportan valor a una empresa que comienza su andadura.
El 85% de las nuevas empresas que se crean en Israel fracasan. Fracasan como el resto, es decir, la mayoría de las veces, el asunto es que el fracaso no es un estigma como en otras partes…
Cultura de asunción de retos, aceptación del fracaso, formación de alto nivel, desarrollo científico con una clara orientación al mercado y apuesta financiera decidida.