Estrategia para reinventarse.

Parece más que evidente que de esta vamos a tener que reinventarnos. Se van a tener que reinventar muchas empresas e instituciones, y en consecuencia vamos a tener que reinventarnos todos y cada uno de nosotros. Como reza aquella frase de “quien tiene un martillo solo ve clavos”, diría que el ámbito de la estrategia nos puede aportar ciertas pautas interesantes para llevar a cabo esa reinvención. Como punto de partida, una primera aportación de la gestión estratégica implica huir de victimismos y ponerse manos a la obra, sin desmerecer lo que terceros puedan hacer por nosotros.

Sea en el ámbito personal o empresarial, se suele decir que en un nivel básico la estrategia consiste en proyectar a dónde se quiere ir y qué / cómo hacer para llegar a ese objetivo. Sin embargo, la realidad se parece más a que dedicamos el tiempo a lo que más nos aprieta, y nuestra capacidad a lo que nos ofrece el incentivo más rápido. Y eso es peligroso, sobre todo cuando lo que se necesita es altura de miras.

Algunos dirán que es conveniente tener planificado el futuro profesional o de su organización los próximos X años, otros que hay que adaptarse en función de las circunstancias porque planificar no sirve de nada. ¿Quién podría planificar la situación actual? A mi juicio, es conveniente hacer las dos cosas, por eso sugeriría que lo que toca es gestionar adecuadamente 4 factores que, adecuadamente combinados pueden resultar en una estrategia convincente: 1. Propósito, 2. Prioridades, 3. Balance entre los planes y las oportunidades/circunstancias que surgen, y 4. Asignación de recursos proporcional a lo planteado en las anteriores.

Comenzando con el propósito y las prioridades, pensar en estrategia únicamente como en una serie de acciones diseñadas para conseguir objetivos específicos nos puede llevar a veces a engaño, en la medida en que lo fundamental es el ajuste y la coherencia entre las distintas iniciativas, de ahí que primero esté el reto como organización, y luego los objetivos.

En realidad, la estrategia sería más el camino que una persona u organización elije para hacer frente a los principales retos u obstáculos con los que se enfrenta en el mercado, y no una serie de presupuestos proyectados a tres / cuatro años con proyecciones de incrementos de ventas y cuota de mercado. Automáticamente, la elección de un camino implica ser consciente de a qué se renuncia y porque.

El siguiente elemento es ser capaz de equilibrar los planes con las oportunidades que surgen. Lo fácil es decir que hay que estar atento a las oportunidades mientras emergen, pero es más difícil saber cuál es la estrategia que conviene seguir. Al final, del estudio del comportamiento estratégico se puede deducir que esto no trata de acertar con todo lo que se dijo que se iba a hacer, sino que teniendo muy en cuenta lo inicialmente propuesto, lanzar pequeños experimentos para dar con aquel / o aquellos que puedan tener éxito.

Cuando emergen amenazas y oportunidades no previstas, es la decisión de cómo destinamos nuestro tiempo, talento y energías lo que hace efectiva la estrategia. A veces, la situación va muy en línea con lo previsto, otras veces se termina haciendo cosas muy distintas a las inicialmente previstas. Porque, sencillamente, cuando ocurre algo que resulta imposible de prever, siempre hay decisiones más adecuadas a las que inicialmente habíamos previsto tomar.

Una buena estrategia sin una implementación efectiva, no son más que ideas, intenciones, o discursos, por ello tan importante como una dirección es la asignación de recursos y dedicación de esfuerzos. En verdad, es la asignación de recursos lo que determina qué estrategia (sea deliberada, o como reacción a algún acontecimiento, pensada o improvisada) es por la que se apostará. Todo lo demás, discursos y humo. De hecho, la mejor forma de comprender la estrategia de una organización o persona es prestar atención a su patrón de acciones, por encima de los discursos.

Al final, la estrategia real (tanto en empresas como a nivel personal) se desarrolla a través de muchas decisiones diarias sobre dónde decidimos invertir nuestro tiempo y recursos. Por ello la cuestión es prestar mucha atención dónde se orientan los recursos (tiempo, dedicación, talento, dinero). Si estos no están alineados con la estrategia previamente decidida, difícilmente se implementará nada que se haya podido planificar.

En estos tiempos tan convulsos hace falta mucho y de todo mientras que los recursos van a ser más escasos que lo que eran hace pocos meses. Por lo menos, intentemos no ir como pollos sin cabeza.

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