El modelo no da. Pocas bromas.
¿Qué elementos son consustanciales al buen devenir de la economía? Múltiples, en diverso grado y con variabilidad significativa en función del contexto. Entre ellas, la agencia internacional de la energía demuestra sistemáticamente que el crecimiento económico va directamente aparejado al del consumo de energía, hasta el punto de que ciertas estimaciones apuntan a que, de cada un 1% que crece el PIB de un país, un % cercano al 70% de ese crecimiento lleva aparejado un aumento del consumo energético. ¿Qué hay detrás de todo esto? Para ilustrarlo, voy a destacar el trabajo de 3 científicos. El primero es Antonio Turiel, investigador del CISC. Y ¿Qué nos dicen sus investigaciones? Por de pronto, que en lo que respecta a las principales fuentes de energía -las fósiles-, nos estamos quedando sin petróleo, carbón, gas y uranio. Veamos:
Petróleo: Se estima que el petróleo supone aprox. el 33,6% de la energía primaria mundial, y sin embargo los datos muestran que estamos ante el fin del petróleo barato. Prueba de ello es que las petroleras, que habían multiplicado por 3 su esfuerzo en la identificación y mantenimiento de yacimientos de petróleo desde 1998 a 2014, lo han disminuido desde entonces en un 60%.
Desde mediados del 2011 y de manera consistente hasta el 2020, el negocio de las petroleras sumaba sustanciosos millones de pérdidas operativas. Curiosamente, coincidiendo que en ese periodo el pecio del barril del petróleo se ha mantenido de forma estable por encima de los 110 dólares, casi nada. Total, es cada vez es más caro y menos rentable extraer petróleo, y el que se extrae es, cada vez, de menor calidad.
El carbón, que representa aprox. el 27,2% de la energía primaria mundial, ya estaba llegando a su cénit antes de la covid-19. China e india son los principales productores mundiales. En la primera, la escasez está provocando apagones recientemente en 20 provincias. En la india, más del 70% de las nuevas concesiones de minas quedan desiertas por problemas ambientales y escaso margen comercial. Mientras tanto, antes del despropósito de la guerra de Ucrania, Europa hacía peticiones a la desesperada a Rusia para que aumentara sus exportaciones de carbón al viejo continente,
Vamos al gas: Supone aprox. el 23,9% de la energía primaria mundial. Se estima que Europa ha llegado a su máxima capacidad de aprovisionamiento, en la medida en que sus dos suministradores (Argelia y Rusia) están en el pico de su capacidad de producción. Se está teniendo que recurrir a su importación por vía marítima, a pesar de que es muy caro. Del impacto de esa carestía, ya estamos enterados con los precios de la luz que estamos abonando.
Uranio: La energía nuclear representan aprox. El 4,4% de la energía primaria mundial -siendo el uranio el principal alimento para centrales nucleares- también ha entrado en declive, experimentando una reducción constante desde el año 2016. A eso hay que añadir que el 20% del uranio que se enriquece en las centrales proviene de cabezas de misiles desmantelados, lo que da una idea de la escasez y los problemas de suministro. Las estimaciones de aquí a 2040 apuntan a que, en el escenario más optimista, la extracción de uranio sea un 40% inferior a la de ahora. Es cada vez más escaso y caro de extraer.
Total, se calcula que el cénit de las fuentes de energía fósiles, que representan el 89% de toda la energía primaria mundial fue en los años 2018 -2020. No es que a partir de ahora ya no existan estas fuentes, lo que esto significa es que irán en progresivo declive.
La segunda científica que me gustaría destacar es Alicia Valero, especialista en el uso de los recursos y la aplicación de la termodinámica para evaluar el capital mineral del planeta. De lo primero de lo que nos alerta es del crecimiento exponencial que estamos sufriendo a todos los niveles, y su impacto. Los datos muestran que el nivel de extracción mineral al que estamos somentiendo al planeta (materiales de construcción, metálicos, combustibles fósiles y Biomasa) es exponencial. Se estima que, a este ritmo, el pico de producción de la extracción de minerales podría alcanzarse antes de que se termine el siglo XXI. No solo eso, la investigadora expone con datos fehacientes que existen límites minerales asociados a la transición energética que se está planteando como vía de futuro. Por mencionar algunos, el litio (fundamental para las baterías eléctricas), el teluro (clave para las placas fotovoltaicas), el lantano y otros elementos que conforman las denominadas “tierras raras” (elementales para la generación de energía eólica y el vehículo eléctrico). El vanadio, fundamental para todas las aleaciones del acero, o el indio (elemental para componentes relacionados con las TICs). Según cálculos realizados por su equipo de investigación, la demanda de minerales que requiere nuestro modelo económico actual de 2016-2050 podría ser mayor que las reservas existentes en el planeta para elementos tan numerosos como la plata, el cadmio, el cobalto, bromo, cobre, balio, litio, níquel, manganeso, plomo, platino, teluro o zinq.
Total, que la transición orientada a reducir las fuentes de energía fósil a las energías limpias está y estará necesariamente aparejada a una dependencia de múltiples minerales. Prueba de ello es que, según la UE, para las baterías de los vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía en 2030, la UE necesitará 18 veces más de litio y de cobalto. En 2050, 60 veces más de litio y 15 veces más de cobalto y 10 de tierras raras e imanes permanentes.
Según la propia comisión europea, la enorme necesidad de recursos está sometiendo al planeta a una presión extrema, y es la responsable de la mitad de las emisiones de GEI y más del 90% de la pérdida de biodiversidad y del estrés hídrico.
Según la científica, la depredación de la naturaleza crece a un ritmo del 2,8% anual. Eso significa que en una generación consumiremos el doble que hoy, y en 25 años habremos consumido tanto como en toda la historia del ser humano.
En este sentido, es posible que en vez de centrales térmicas construyamos centrales eólicas, pero no hay que olvidar que la creación de una central eólica que produzca 1GW requiere 25 veces más materiales que lo que requiere una térmica. Y no es solo eso. Si vamos a la tabla periódica, una central eólica requiere 6 elementos de la misma, mientras que una fotovoltaica 14. ¿Sabéis cuanto requiere un coche eléctrico? Pues la friolera de 50, es decir, lleva en su seno nada más y nada menos que la mitad de los elementos de la tabla.
El tercero de los científicos es Carlos de Castro, que pertenece al grupo de investigación GEEDS (Grupo de Energía Economía y Dinámica de Sistemas). Sus investigaciones y cálculos muestran que, en lo que corresponde al potencial eólico, solar y de biocarburantes, la literatura científica exagera sistemáticamente su capacidad futura, argumentando con datos y cálculos que superan la extensión de este espacio. Como titulares podríamos resumir que las energías renovables tienen un potencial máximo menor de el que se piensa, que dependen de materiales escasos, y que su instalación depende de la utilización de energías fósiles, entre otros argumentos.
¿Soluciones? No está nada fácil. Habrá que apostar por la desmaterialización (menos, es más), sustituir materiales críticos por abundantes, reutilizar y reciclar a través de la creación de productos robustos, modulares y fácilmente desensamblables, Incorporar infraestructuras metalúrgicas de recuperación de materiales secundarios, evitar la exportación de residuos y reducir la importación de materiales críticos.
Pero, sobre todo, lo que los datos apuntan es que necesitamos un nuevo modelo de consumo, y por ende, económico. Sin materiales no hay energía, pero sin energía no hay materiales. Y sin energía no hay crecimiento económico.
Al final, lo que los datos parecen decirnos es que el crack energético es inevitable si no se cambia el modelo en su conjunto. Dice de Castro que, Si llamamos negacionistas a los que niegan la realidad del cambio climático o de la existencia del virus del covid, ¿Cómo hemos de empezar a llamar a los que niegan o no quieren ver la realidad de las cuentas energéticas? ¿Se discute con negacionistas?