Tecno fetichismo, innovación y gestión.
Dudo si en lo que concierne a la innovación empresarial no estamos dando excesiva importancia al componente tecnológico mientras dejamos de prestar la atención requerida a los ámbitos de mercado, organización y de modelo de negocio.
No voy a negar la mayor. La tecnología es absolutamente fundamental, pero orientarnos en exceso en ella puede hacernos perder el norte si no somos capaces de integrar y combinarla bajo parámetros de visión centrada en el usuario, servicio y disposición de compra de cliente.
Tom Kelley, una voz reputada en el ámbito de la innovación, hace tiempo decía que las empresas deberían incorporar antropólogos en la misma medida que ingenieros. No sé si antropólogos, sociólogos o psicólogos, pero la preponderancia de perfiles técnicos en ámbitos de gestión cuya parte técnica no es relevante es bastante acusada. Porque reconozcámoslo, rara vez contamos con profesionales que integren un perfil técnico, organizativo y de mercado a la vez
En general, o que yo sepa, las empresas no van al traste porque sus productos carezcan de características técnicas (sin ellas, ni entras a competir). Fracasan por falta de clientes, y por ende porque sus ofertas dejan de ser atractivas para ellos en comparación con otras alternativas existentes. Si tener un buen producto asegurara las ventas, mejor nos iría…
Por ello es conveniente complementar perfiles técnicos y no técnicos y organizarse de forma que se integren las diversas visiones, y esto no ocurre solo metiendo a los comerciales en las reuniones. Tan malo es un técnico que realiza desarrollos que nadie va a pagar en el mercado como un gestor que no toma decisiones adecuadas sobre qué apuestas es conveniente realizar porque no entienden la técnica.
Asegurar el futuro supone innovar, y en lo que corresponde a la gestión empresarial, desde hace años mantenemos que al igual que la gestión de la calidad, el marketing o la fabricación, la gestión de la innovación es una disciplina empresarial que es conveniente gestionar, y en la que el desarrollo tecnológico es solo una parte entre otras muchas.
En la medida en que el objetivo de toda dirección empresarial es asegurar la sostenibilidad de la organización en el tiempo, la gestión de la innovación debería asegurar al menos dos cuestiones. En primer lugar, los horizontes temporales de una empresa a corto, medio y largo plazo. Y en segundo lugar, aportar disciplina de gestión para tener bien claras las diferencias entre lo que es la tecnología, y lo que es mercado, negocio, cultura y organización.
En lo que concierne a los horizontes temporales, en el corto plazo, orientando iniciativas de mejora con plazos de 1 a 3 años para asegurar un desarrollo más eficiente del negocio actual. En el medio plazo, apostando por proyectos alternativos al negocio actual con un horizonte de 4/6 años. Y en el largo plazo, explorando opciones que puedan redundar en vías de desarrollo futuras en un periodo de 6/10 años de manera sistemática.
Lo deseable sería que la dirección de toda organización asegurara que el corto plazo no supere el 75% de los recursos, dedicar el 20% al medio plazo y un 5% a las exploración de nuevas opciones de futuro. Evidentemente, y especialmente cuando los números no acompañan, esto no siempre es posible. No obstante, es en épocas de números buenos cuando hay que respetar a rajatabla los porcentajes o incrementar en la medida de lo posible aumentarlos.
En lo que corresponde a la disciplina de gestión de la innovación, ser capaz de servir con eficiencia los pedidos diarios mientras gestionamos el mayor número de experimentos de futuro posibles en paralelo es un reto que pocas empresas logran gestionar adecuadamente. Las razones pueden ser variadas, pero estoy convencido de que muchas son debidas a la falta de competencias en gestión, y no a las tecnológicas precisamente.
¿Ejemplos? análisis, observación y estudio de segmentos de cliente, mecanismos para generar una estrategia compartida flexible que vaya incorporando los cambios que se dan a tiempo real en los mercados, la creación de redes de colaboración, establecer criterios y métodos para la gestión de proyectos, integración de equipos y personas, fomento de la cultura y herramientas y métodos que den soporte a los procesos y prácticas innovadoras, configuración de modelos de negocio alternativos, etc.