Negocios en la era del acceso.
Airbnb y Rentalia en el ámbito de viviendas y destinos vacacionales, Uber y Blablacar en vehículos, Spotify o Deezer con música, Netflix o Youtube en contenidos audiovisuales, Breather con espacios de oficinas, Legalzoom para servicios legales, Minute Clinic para servicios sanitarios, Homejoy para contratar personas que se dedican a la limpieza de viviendas o locales, Rent the runway para alquiler de prendas y accesorios de moda, etc.
La economía del acceso es el concepto con el que se denomina a un nuevo tipo de iniciativas y modelos de negocio donde personas o empresas, funcionando como intermediarias, proporcionan acceso a productos o servicios permitiendo que consumidores intercambien o accedan a activos, bienes y/o servicios entre ellos sin conocerse. Estos modelos utilizan habitualmente plataformas tecnológicas para conectar propietarios de activos o prestatarios de servicios con demandantes.
La tecnología ha reducido los costes de transacción de tal manera que el acceso a bienes que antes se consideraban de propiedad exclusiva es más sencillo y cómodo que nunca. En este sentido, el hábito aun arraigado en nuestra cultura de tener los bienes en propiedad resulta a menudo poco inteligente si existen propuestas alternativas que proporcionen un acceso al mismo que resulte más barato, confiable y satisfactorio, y ahí está el punto de este tipo de negocios.
Estos portales dan la posibilidad para que particulares puedan funcionar como taxistas, vendedores de coches, o convertir sus viviendas en hoteles para terceros cuando les convenga. En realidad, permiten extraer un rendimiento a un bien o capacidad que en muchos casos se encuentra ocioso/a o infrautilizado/a, aportando valor para las dos partes. Del análisis de distintas iniciativas se deduce que los marcos de relación propuestos por estos negocios adoptan formas diversas como renting, leasing, préstamos, contratos temporales, subscripciones, reventa, intercambio, donaciones, cesiones o arrendamientos.
Si alguien piensa en estos negocios como actividades de segunda fila, ser consciente de las cifras que están adquiriendo quizás haga cambiar de parecer. Expertas como Raquel Bostman estiman que estos modelos generarán transacciones comerciales por valor de 26 billones de dólares a corto plazo. Según un estudio de la consultora Pricewaterhouse, el 19% de la población adulta estadounidense ha realizado alguna transacción en negocios de este tipo.
A modo de ejemplo, el crecimiento que está experimentando una empresa como Airbnb es muy superior a los de las cadenas hoteleras convencionales. De forma parecida, Uber ya ha superado en cifra de negocio a las empresas de taxis en la ciudad de San Francisco.
Desde un punto de vista empresarial esto tiene al menos dos implicaciones. La primera, que dará lugar a una proliferación de negocios bajo este concepto incorporando productos o servicios impensables hasta el momento. La segunda, que muchos de los modelos convencionales de venta de activos tendrán que adaptarse y/o reaccionar, o en su defecto sufrir las consecuencias y en algunos casos desaparecer.
En lo que corresponde a los negocios de corte clásico o convencional, la estrategia de patalear y hacer presión para que los estados / administración pública establezca regulaciones y así entorpecer la existencia de estas nuevas empresas (véase el sector del taxi con Uber) suena más a un esfuerzo baldío de intentar poner barreras al mar que un planteamiento serio que tenga viabilidad en un futuro. Lo que toca es adaptarse y emprender ofensivas como la de AVIS (tiene participación directa en negocios de compartir) o GM y Daimler que están emprendiendo modelos de negocio híbridos cediendo sus excedentes de vehículos a plataformas de este tipo.
Si bien estos momentos son aún un tipo de actividad emergente, el boca a boca generado por aquellas personas que han visto satisfechas sus expectativas hará que optar por estas soluciones sea progresivamente más habitual. Como modelo económico, la creciente valoración del concepto del acceso a bienes y servicios en vez de su propiedad, es una variable a la que es conveniente prestar atención. En definitiva, hace no muchos años ni nos planteábamos comprar ciertos bienes por internet, no es demasiado aventurado pensar que lo mismo ocurra con el acceso a otros. Al tiempo.