Los virus empresariales.
Las razones por las que una actividad empresarial se ve abocada al declive o a la desaparición pueden ser externas o internas. En la medida en que las externas son difícilmente controlables, deberíamos prestar especial atención a las primeras. En este sentido todas las organizaciones, en mayor o menor medida cuentan con una serie de virus latentes que, a no ser que se preste especial atención en mantenerlos a raya, pueden derivar en problemas difíciles de solventar.
Entre algunos de los virus que más daño hacen a una organización están la falta de curiosidad, de disposición a aprender, de poner en cuestión las costumbres o las formas de hacer de siempre. Como decía Isaac Asimov, la frase científica más excitante no es “eureka”, sino “que raro…”. Einstein afirmaba que no tenía ninguna capacidad especial, pero que era un curioso empedernido… ¿Cuánto de curiosa es su organización? Ojo, esto no es una cuestión de cambiar por cambiar. Buscar la innovación por el hecho de no estar desfasado es tan absurdo como seguir con el “siempre se ha hecho así”, pero un repunte importante en la falta de curiosidad hace a nuestras organizaciones estúpidas.
Las primas hermanas de la estupidez son la ignorancia, los prejuicios, el miedo y las costumbres como dogma. Cuando estos elementos son compartidos por un grupo significativo de personas, los resultados se tornan en desastrosos para cualquier organización. Seamos conscientes de que la ignorancia, los prejuicios y la información sacada de contexto repetida una y otra vez corre más que el conocimiento y el rigor en el análisis, y que combinar la inteligencia de distintas personas es más difícil que combinar la estupidez.
El miedo, cuando se propaga a un número suficiente de personas, puede convertir una circunstancia en una debilidad notoria. Las costumbres, bajo el mantra del “siempre se ha hecho así” y “en el pasado nos fue bien”, nos aboca a una esclavitud mental monótona que hace no darnos cuenta de que no cambiar no es seguir igual, sino retroceder.
Otro de los virus que es conveniente mantener a raya es la burocracia. Si bien una base mínima es necesaria para el adecuado funcionamiento de cualquier sistema, no pocas veces deriva en una lógica que se dedica a satisfacer sus propias necesidades a expensas del servicio que se supone ha de ofrecer. ¿En qué grado se tienden a repetir ciertos procedimientos, aun cuando resultan inútiles o perjudiciales, sin tener en consideración el sentido práctico o el fundamento con el que fue concebido el proceso? Desgraciadamente, existen demasiados casos en los que se acaba trabajando “para las normas”, en detrimento del propósito para la que estas fueron diseñadas.
Entre los otros muchos virus está el de la excesiva centralización del poder y del conocimiento en pocas personas. Si bien la especialización de funciones, división del trabajo y la centralización en la toma de decisiones es en cierta medida necesaria, redunda en consecuencias como las de falta de comunicación entre secciones y departamentos, la dificultad a la hora de tratar problemas complejos donde se requiere trabajo interdisciplinar, y la sensación de que pocas personas se convierten en cuellos de botella lastrando opciones de desarrollo que puedan convertirse en un salto cualitativo para la organización.
Estos y otros muchos virus se encuentran presentes en todas y cada una de las empresas. En cierta medida no son malos per se, pero casan mucho mejor en entornos de mercado estables donde la variabilidad es pequeña. Afortunada o desgraciadamente, y salvando las diferencias existentes en cada sector, ya no estamos en un entorno de ese tipo, por lo tanto, combatir cada uno de estos virus implica debilitar al resto y reducir su impacto.
En este sentido, existen al menos dos elementos cruciales que es conveniente revisar de forma permanente. Es estilo de liderazgo y el diseño o estructura organizativa. En consecuencia, las actividades formales e informales de relación, así como los procedimientos de diseño de estrategia y toma de decisiones
¿De verdad creemos que el estilo de liderazgo actual y la estructura organizativa vertical clásica de especialización de funciones es lo más adecuado para estos tiempos?
jon aldazabal