¿Fabricar en el exterior o re localizar?
Noticias de que cada vez un mayor número de empresas están relocalizando sus actividades fabriles a los países de origen está acaparando cada vez más atención en prensa, trabajos académicos así como en el diseño de políticas industriales. Conocer las razones por las que algunas empresas están optando por volver a traer su actividad fabril puede ser no solo interesante para las que están fuera, sino también para aquellas que están emprendiendo iniciativas de internacionalización.
Entre estas razones, y entendiendo que cada empresa tiene una casuística específica, podríamos mencionar el progresivo incremento de los costes de personal en países emergentes. A modo de ejemplo, China lleva incrementando el coste hora de mano de obra en aproximadamente 10-15% al año en la última década y el foro económico mundial estima que la media de incremento del coste de salarios de los considerados países emergentes será de entre un 9% y 12% anual.
Relacionada con la primera, otra de las razones del retorno tiene su origen en estimaciones de costos inexactas o erróneas de lo que implica establecerse en el exterior. Problemáticas relativas a la gestión, la logística, la gestión de las operaciones o los inferiores niveles de calidad obtenidos en las plantas exteriores han demostrado ser a menudo costos ocultos no previstos en un inicio, que luego han erosionado los márgenes calculados inicialmente basados en costes hora muy inferiores a los países de origen.
La tercera tiene que ver con las dificultades propias tener las actividades de fabricación a miles de kilómetros de las de desarrollo, ocasionando complicaciones a la hora de introducir modificaciones o nuevos desarrollos de producto.
La cuarta corresponde a la creciente digitalización de las actividades fabriles en las economías desarrolladas. Tecnologías como la sensorización, la comunicación máquina-a-maquina, la analítica de datos y la inteligencia artificial están transformando progresivamente la actividad fabril, haciendo que el costo de mano de obra directa no resulte tan significativo para ser competitivos. Ahora bien, se estima que la producción que venga de vuelta generará un menor número de puestos de trabajo y que estos serán de alta cualificación.
Pero ¿En qué medida es la relocalización de las empresas un fenómeno significativo? Lo cierto es que la evidencia cuantitativa de que sea un hecho relevante es aun fragmentada o anecdótica.
En el año 2011 la Boston Consulting Group publicó un estudio en el que apuntaba que más de la mitad de las 200 empresas americanas que contaban con ventas superiores a un billón estaban relocalizando empleos de vuelta en EEUU o estaban planeando hacerlo. La misma empresa publicó otro estudio en 2013 vaticinando que la relocalización crearía entre 2,5 a 5 millones de empleos en EEUU.
Por el contrario, datos recientes afirman que en lo que corresponde a Alemania las empresas que están relocalizando suponen no más de un 2% y estudios del año 2014 que analizan datos de Austria, Suiza, Alemania, Dinamarca, España, Francia, Hungría, Portugal, Holanda, Suecia y Eslovenia concluyen que de la muestra de empresas analizadas solo un 4% tomaron la decisión de relocalizar sus actividades en sus países de origen entre los años 2010 y 2012.
La cuestión es que la vuelta de algunas empresas está ocurriendo al mismo tiempo que otras siguen implantándose en el exterior, arrojando un saldo aun a favor quizás no de la deslocalización, pero sí de la multilocalización (estar fuera para desarrollar mercados externos). Se estima que de cada una empresa que relocaliza alguna de sus actividades tres establecen plantas en el exterior, por lo tanto, todo depende del propósito de para que se va a fuera. Si la idea es desarrollar el mercado en destino, tener una planta fabril tiene todo el sentido del mundo atendiendo a elementos como el tamaño y el crecimiento del mercado local/regional, el acceso a los recursos, capital humano, red de proveedores e infraestructuras.
Según la OCDE el crecimiento de las clases medias en países en desarrollo pasará de los 1,8 billones del 2010 a 3.2 billones en el 2020 siendo de 4,9 billones la estimación para el 2030. Los países asiáticos acapararán el 85% de dicho crecimiento, por lo tanto es razonable pensar que la manufactura intensiva en mano de obra que dirija sus productos a esos mercados permanezca allí. Es conveniente tener en cuenta que el rol de los países emergentes no solo será el de suministro, sino el de demanda, lo cual genera oportunidades para nuestras empresas tanto para generar empleo allí como para mantenerlo y crear nuevas posibilidades aquí.
El cambio de procesos de fabricación integrados en un único lugar a distribuidos a nivel global supuso y supondrá el desplazamiento de actividades no solo de manufactura sino de todo tipo de servicios a países emergentes. En muchos sectores estar fuera ya no es una opción.
En suma, la relocalización no es nueva del todo, la vuelta de actividades empresariales ha sido algo habitual cuando las apuestas no han tenido buenos resultados, pero de ahí a pensar que ello será una tendencia significativa resulta difícil de respaldar.