Escohotado y el comercio.
El pasado 21 de Noviembre falleció Antonio Escohotado. Destacado filósofo, jurista y ensayista. Simpatizante con el comunismo en su juventud y crítico en etapas posteriores. De su vasta obra, en lo que concierne a su contribución a la economía me gustaría destacar su monumental trilogía titulada “Los enemigos del comercio.” Escrito en sus inicios como una historia del comunismo, deviene en 13 años de trabajo en el que trata de estudiar la historia para precisar quiénes, y en qué contextos, han sostenido que la propiedad privada es un robo, y el comercio su instrumento.
Ante lo absurdo de resumir tamaña obra en una entrada como esta, voy a tratar de destacar una serie de cuestiones para que, quien esté interesado, pueda servir de cierta orientación o incitación para profundizar en su trabajo.
En su extenso recorrido por la historia en relación al comercio, va desgranando aspectos y comprobando otros. Partiendo de la cronología a la que hacer referencia en su trilogía, ahí van algunas de las ideas o constataciones derivadas de su investigación:
Claves de las sociedades más y/o menos prósperas en la antigüedad: Las implicaciones desde el punto de vista de nivel de vida y educación en una comparativa de la sociedad Ateniense (próspera por su dinamismo económico) y la espartana (triunfante en la guerra, pero con graves carencias.)
El rol de la religión en relación al comercio: El cristianismo no se opuso a la esclavitud ni a su transformación en servidumbre, y sin embargo si se opuso al comercio, donde el oficio de negociar pasa de ser algo vil a algo pecaminoso.
Las implicaciones de las tecnologías que permitieron / facilitar el libre intercambio: El impacto determinante en la historia que dispara la actividad económica con la creación de la letra de cambio, permitiendo que la propiedad abarate sus costes de transacción ofreciendo un pagaré negociable que convertía en ejecutivas obligaciones separadas por miles de kilómetros sin necesidad de recurrir al documento notarial en el que se plasmaron.
Comprender cómo reservar derechos de autor y propiedad a procesos de descubrimiento permitió romper el secretismo que protegía a cada oficio, preparando el terreno para inventores-fabricantes y desatando la llave para un mayor desarrollo de invenciones, o cómo pocos habían reparado que el coste del lujo financia la innovación, transformando el artículo inicialmente prohibitivo en un bien barato y accesible para la mayoría.
El impacto de las sociedades estamentales en el nivel de vida: La alta edad media europea, donde se practicó conscientemente el ideal anti mercantil, destacando el hecho de que la vida intelectual descansara en clérigos y la económica en señores feudales asfixiando el conocimiento y el comercio, augurando miseria, hambre y muerte.
El antes y después de la industrialización: Un análisis detallado del nacimiento de la industrialización, donde las jornadas interminables fueron el modo descubierto para que el pueblo bajo pudiese ganarse la vida, en vez de retenerla gracias a la condescendencia de un superior feudal, cuya vida sufragaba con sumisión y servicios gratuitos.
El antes y después de la sociedad mercantil y el trabajo por cuenta ajena: El esfuerzo convertido en mercancía, donde el campesino pierde la protección de su señor y pasa a trabajar por un jornal –o emigra para cobrarlo- y la relación entre ricos y pobres rurales se transforma en una relación solo mercantil.
La constatación de cómo el campesino europeo se apunta a la novedad de cobrar jornales de forma masiva, por la razón de que llevaban generaciones regalando trabajo y sumisión al señor impuesto por nacimiento. La demostración en detalle de cómo intercambiar trabajo por dinero pareció a una bendición a quienes debían prestarlo antes en condiciones de gratuidad. Una mirada al pasado que hace a uno relativizar, cuando al llamar inhumano al mercado laboral omite que lo previo a las lonjas de contratación no fue el limbo, sino mercados de esclavos que se prolongarían en tropeles de siervos genuflexos ante amos omnipotentes.
El descubrimiento de que las mayores revoluciones igualitarias surgieron en épocas de prosperidad relativa y no de miseria.
A partir de ahí, un profundo análisis en relación al socialismo y el comunismo. Detallando que hubo numerosos experimentos comunistas en Estados Unidos. Que el concepto de plusvalía marxista no es una magnitud seria ni precisa, sino un malentendido sobre los costes de producción demostrado con un ejemplo simple: “Si los precios dependiesen del tiempo dedicado para la elaboración de algo, una paloma de las dibujadas en dos segundos por Picasso valdría miles de veces menos que pintar la caseta del perro.”
Un trueque científico científicamente demostrado mucho peor que cualquier sistema libre de intercambio. Recordar el hallazgo bolchevique aplicable a otras realidades actuales, en cuanto a que un grupo pequeño decide que obra por delegación de la inmensa mayoría, maneja los resortes coactivos y se nombra regente vitalicio. En lo sucesivo, el honor popular será obedecer sine die al pequeño grupo autodesignado para instaurar el paraíso en la tierra mediante la implantación de un oasis extradinerario que expulse el comercio y al capital funcionando a través de un “trueque científico”.
La prueba de que la división del mundo en benditos pobres y malditos ricos no se sostiene ya sobre la rigidez estamental del amo y el siervo. Mediada por la producción a gran escala, tropieza con un medio donde ser próspero o indigente tiene más que ver más de suerte y empeño subjetivo, y cada vez menos del lugar prefijado por la cuna. A ello hay que sumar el hecho de que ignorar la formación efectiva de los precios el principio del valor-cantidad de trabajo ignorará la existencia del empresario como factor productivo determinante, viendo en los negocios solo desde el fruto mecánico de unir dinero y mano de obra.
El permanente error de aislar la creación y el reparto de riqueza como si fuesen fases autónomas, obviando que las alteraciones en una condicionan decisivamente a la otra, y dedicando bastante más espacio al aspecto distributivo que al productivo del sistema.
Ser conscientes de que los privilegios se evitan introduciendo competencia, y la competencia introduciendo privilegios, pero el desafío ahora es superar las dos cosas a la vez.
En definitiva, la tesis de que abolir la propiedad privada dispararía la discrecionalidad del poder político, y el problema de que las sociedades complejas necesitan reglas más pormenorizadas y aleatorias que el principio genérico de la justicia para organizar la vida civil. Suponer que uno o algunos, elegidos mediante cualquier mecanismo estarán cualificados para adaptar el trabajo de cada persona a su capacidad es una quimera que no merece demasiada argumentación contraria.
Para finalizar, destacaría una frase de Escohotado al decir que Robespierre reducía la política a dos partidos –el de los buenos y el de los malos- sin comprender que esa caricatura de la realidad condena a preconizar métodos absolutistas para combatir el absolutismo.
Idependientemente de que alguien pueda coincidir o no con sus ideas, huelga decir que nos deja una persona sabia, dedicada y de gran talento. Le recordaré con su frase de “Traté de ser valiente, y descubrí cómo estudiar. Cuando uno estudia debe de estar dispuesto a cambiar de opinión” DEP Antonio Escohotado.