Cuando lo digital se hace serio.
Decía Peter Drucker que el comercio electrónico y la economía digital sería para la revolución de la información lo que el ferrocarril para la revolución industrial.
Lo cierto es que los datos actuales lo avalan. La OCDE estima que a día de hoy la economía digital está aportando entre un 20/25% del crecimiento del PIB global y que supone aproximadamente el 12% del PIB de los países desarrollados, como para no tomárselo en serio.
Es conveniente tener en cuenta que cuando se habla de la economía digital ésta trasciende las tecnologías de la información y comunicación. Si bien sus inicios corresponden a internet, banda ancha y aplicaciones móviles en la actualidad el concepto digital está cada vez más imbricado en todo tipo de sectores hasta el punto de que no aprovechar sus posibilidades está dejando a diversas empresas fuera de juego.
Al menos son tres las tendencias que están haciendo evolucionar los mercados, las empresas y por ende sus modelos de negocio. La primera es el nivel de intensidad en la utilización y múltiples usos / objetivos de los teléfonos móviles, el segundo es las implicaciones derivadas del nacimiento de las redes sociales y la tercera las posibilidades que permitan las tecnologías actuales para el acopio de grandes volúmenes de información a través de la analítica de datos (más conocido como big data).
Estas tendencias están transformando sectores enteros de la economía. La digitalización de gran parte del sector financiero y el asegurador es ya un hecho y ha dado nacimiento a subsectores denominados como fintech e insurtech, con multitud de empresas dedicadas a prestar soluciones digitales relacionadas con información financiera, pagos, inversiones, financiación, asesoramiento y soporte a través de distintas fórmulas.
En el sector del transporte y movilidad, las posibilidades de las aplicaciones digitales están dando pie a fórmulas híbridas de transporte público, privado y soluciones como Uber que difícilmente imaginaríamos hace no mucho, y esto solo es el comienzo.
Los fabricantes de automóviles inciden en que los vehículos de aquí en adelante estarán conectados siendo capaces de acceder, crear y compartir información a tiempo real permitiendo mejorar el flujo de tráfico y la seguridad, por no hablar de las posibilidades para establecer precios a tiempo real de peajes, parkings y otros espacios comunes al igual que se hace en la industria hotelera y la de aerolíneas con los asientos y/o habitaciones.
En lo que corresponde a la venta detallista o retail, la digitalización ha ido mucho más allá del comercio electrónico incorporando servicios digitales en distintas fases del proceso de compra. A su vez, el impacto de las opiniones y recomendaciones de los consumidores a través de las redes sociales han cambiado los comportamientos y la forma de comprar de estos.
El impacto en el sector de la educación está siendo a su vez fundamental a través del nacimiento y desarrollo de plataformas digitales para ponencias, clases, seminarios, cursos y repositorios online, soluciones para la tutorización y apoyo al estudiante desde etapas intermedias hasta la preparación de exámenes, por no hablar de proyectos integrales educativos en el ámbito digital.
En lo que respecta al ámbito industrial, cada vez una mayor amalgama de dispositivos y máquinas están incorporando tecnología que les permite comunicarse entre ellas, dando nacimiento a este nuevo concepto tan en boga de internet de las cosas, sistemas ciberfísicos o conceptos de manufactura avanzada. Estos nuevos planteamientos para la manufactura se encuadran en la denominada cuarta revolución industrial o industria 4.0 y aportan un valor añadido superior a otros procesos productivos convencionales que con nuestro nivel de costos serán cada vez más difíciles de mantener en Euskadi.
En definitiva, la economía digital ni es una moda ni es “eso de internet”, se trata de una realidad que está transformando todo tipo de empresas, sectores y hasta la economía global en su conjunto. Está en nuestra mano analizar sus posibilidades y la forma en la que podemos integrarlas en los productos, servicios y modelos de negocio a medio / largo plazo de nuestras empresas. Dudar significa perder el tiempo.